Algunas relaciones se basan en pasar el momento, a estas no me refiero ni las quiero tocar, aquí las reglas están claras así que el que se enamora pierde.
Pero cuando estamos en una relación seria, o al menos cuando queremos que lo sea, hay ilusiones, hay sueños, hay metas, planes, etc.
Soñamos con poder estar juntos siempre, con que dure, a veces con familia y nos volamos. Sí, nos vamos en un viaje para el que no necesitamos más droga que el amor. Pero, ¿qué pasa si estos sueños son de uno solo? Simple, el amor se agrieta. Duele, hiere, y hace que dejemos de soñarlo con esa persona. Quedas indefensa, como tu sistema inmunológico, vulnerable a cualquier virus. De repente, aparece alguien que te da color, que sueña con lo mismo que tú y se te bifurca el corazón. Pronto te ves amando a tu pareja e ilusionada por este nuevo aparecido que parece permitirte soñar. Pero, oh! esta nueva persona se roba el tiempo en tu mente y va anidándose en tu corazón hasta llegar a enamorarte y ni tuviste tiempo de darte cuenta y hablar con tu pareja. Resultado: Te portas diferente con tu pareja, lo nota, hace lo posible por reconquistarte pero el amor por él se apagó. Una pareja más que ha fracasado por no tener claro lo importante que es tener sueños en común. Una meta que alcanzar. Un camino que andar juntos.
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